lunes, 17 de octubre de 2016

Nazarenos del varal


 

Una de las formas más sentidas y bonitas de rezar, es la de la ancestral tradición de portar a Dios y su Madre a hombros. No se sabe si como método para acercar el elemento sagrado a los sentidos, o como forma de acercarlos al cielo, sea como fuere, el caso es que de manera natural y espontánea, el ser humano ha llevado, especialmente aquello de un gran valor sentimental, al hombro.
 
Centrándonos en el aspecto religioso, particularmente en la tradición procesionista, viajamos al Mediterráneo y fijamos nuestro destino en Málaga, donde estas formas han echado raíces muy profundas y se han desarrollado de un modo muy especial, alcanzando cotas de sensibilidad y delicadeza tales, que en ningún caso podemos hablar de maneras que puedan antojarse improvisadas, ni mucho menos impuestas por mera cuestión estilística. Hablamos por tanto de una manera de ser y de sentir como pueblo, de tradición, de raíces, palabras mayores.
Mucha tinta se ha derramado ya hablando del paso marinero malagueño, de ese pasito corto y mecida larga que llegó como evolución natural cuando los hombres de trono pagados fueron dejando paso en los varales a los hermanos portadores. Si nos paramos a reflexionar en lo dicho anteriormente, llegaremos a la conclusión de que tiene toda la lógica del mundo: Hablábamos de maneras de sentir… Y ¿Quién puede sentir más que un cofrade, un hermano o un devoto por su Titular?
A veces no nos damos cuenta, pero este hecho supuso una auténtica revolución de la Semana Santa malagueña y de su puesta en escena en la calle. Atrás quedaban las carrerillas, los tronos abandonados en mitad de una plaza mientras los hombres encargados de llevarlas hacían un receso, y un largo etcétera de detalles que se escapan al objetivo de este artículo. Es a partir de ese momento en que nuestra manera de andar y portar los tronos ha evolucionado exponencialmente, cuando la música ha adquirido más importancia y ha dejado de ser un mero acompañamiento para empezar a transmitir emociones y sensaciones, fue en ese preciso instante también, cuando cada Cofradía, cada trono, han ido evolucionando, creando un estilo y un sello por el que se identifican muchos de ellos. Posteriormente, surgieron asociaciones de cofrades para reivindicar y potenciar la figura del hombre de trono, como un miembro más del cuerpo nazareno, y para proteger las señas de identidad y tradiciones de la propia ciudad...
Habían surgido los nazarenos del varal, como una manera más de hacer estación de penitencia y rezar a Cristo y la Santísima Virgen, como el que ilumina su caminar con un cirio o porta su Santa Faz en un estandarte, un hermano más, un nazareno más. Al principio llegaron vestidos con trajes de chaqueta, para diferenciarse de los antiguos hombres de trono pagados, pero con el transcurrir de los años, los hermanos, conscientes de nuestra condición de nazarenos, recuperamos el hábito penitencial en la mayor parte de las Cofradías. Y esto ha sido así, porque la túnica del hombre de trono, no es ni más ni menos que eso, un hábito penitencial y no una ropa de trabajo. Un cofrade, que además sea hombre de trono, debe pues revestirse con su túnica nazarena para realizar lo que es, sencillamente, un acto religioso.
 
Pero en algún punto del recorrido nos hemos perdido: O no se ha sabido transmitir el mensaje, o algunos han querido aprovechar la coyuntura para, al abrigo del noble propósito potenciar y cuidar la figura del hombre de trono o hermano portador (que comparto), introducir elementos que no nos son propios, llegando a crear grupos a modo de lobbies que a veces parecieran defender intereses que no son los generales, cuando no carecen directamente de todo sentido religioso y de Hermandad. Hay pocas cosas menos cofrades que crear un grupo hermético y cerrado que se llega a diferenciar hasta en la vestimenta de sus hermanos de varal. Ese momento en el que miras a tu alrededor y ves más "postureo" que sentimiento, más afán de protagonismo que penitencia. En los últimos tiempos se han visto hombres de trono, además de despojados de su hábito nazareno, abandonando sus puestos y paseándose, adoptando posturas bizarras en los varales, con caras exageradas de dolor que distraen la atención de lo verdaderamente importante, alaridos y un sinfín de actitudes impropias de nazarenos (de varal). Hay incluso cofrades que recogen su túnica y la dejan colgada en una percha (si, tras sacarle una foto y darse golpes en el pecho - más postureo).  En ese momento es cuando debemos parar, mirar hacia la Cruz-Guía y retomar el buen rumbo que sin duda hemos perdido. La túnica no es algo que puedas dejar arrumbado en un armario y echarle una foto de año en año, ni mucho menos por decisión unilateral de un colectivo, que segregando las filas nazarenas y los tronos, se arrogan la potestad de decidir cómo deben hacer estación de penitencia. La túnica, querido cofrade y hermano, es algo que debes llevar por dentro como cofrade, y ponértelo una vez al año como penitente.
La importancia de ser nazareno de varal va más allá, por si fuera poco, de una cuestión de sentido religioso, estética o de todo lo comentado anteriormente. Es algo necesario en la base, pues ayuda a dignificar la figura del nazareno, animando a todos los hombres de trono a que continúen en las filas nazarenas cuando, por los achaques o los años, haya que dejar hueco en el varal a otros… Seamos pues todos hermanos, seamos un humilde átomo, un secundario y anónimo átomo, que desaparece a la vista de la sociedad por unas horas para encontrarse con el Señor y consigo mismo y que conforma un todo colosal para la mayor gloria de Dios, y dignifiquemos pues, el sacramento de la penitencia: Siendo siempre, nos toque el puesto que nos toque llevar... NAZARENOS.
Por último, finalizo el artículo recordando unas palabras de San Ambrosio, para que todos los cofrades y nazarenos, vayamos o no en el varal, reflexionemos: “Dios no hace distinciones, porque prometió a todos la misericordia y concedió a sus sacerdotes la facultad de absolver sin excepción alguna. Aquel que exageró el pecado, que abunde en penitencia”.

4 comentarios:

  1. Brillante!!!! Hasta los hombres de trono pagados se ponían la túnica. tenían más respeto a pesar de no ser hermanos que todos estos costaleros sin costal que están surgiendo últimamente. O son unos ignorantes y se dejan llevar por modas o son gente sin ningún respeto a las tradiciones malagueñas. Por supuesto como se dice en el artículo de cofrades tienen poco. Y si alguno se da por aludido es su problema! Si dices defender las tradiciones malagueñas y al hombre de trono, y luego no te vistes como tal... tiene un nombre, y es MENTIROSO. Mi enhorabuena otra vez por el articulo.

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    1. Nuestra intención es sólo defender la tradición malagueña y defender la naturaleza del hombre de trono como un penitente más de la procesión. Creemos en las cosas con sentido. Muchas gracias por tu comentario.

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  2. Enhorabuena por tu carta. Una delicia leerla. Todo esto tiene mucho más que hablar y que escribir, pero sería un gran punto de encuentro esta reflexión. Felicidades por propiciar el debate y el conocimiento.

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    1. De acuerdo contigo en que el tema merece una profunda reflexión y tienen mucho más que hablar. Muchas gracias por tu comentario.

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