viernes, 21 de octubre de 2016

Un nombre de mujer


Era por la mañana, corría apresurado porque tenía un montón de proyectos en mi cabeza, había mucho por hacer y rápido. De lo que hiciera entonces iba a depender mi futuro, y en mi mente se veía muy motivador, esperanzador, y en realidad lo era. En aquel momento pensaba en cambiarlo todo para que nada de lo bueno cambiara, y además, conseguir una gran de beneficios adicionales… Esto no era tan así, pero en aquel momento lo creía. El brío de la juventud y el principiantes es tan inspirador, que yo, enfrascado en mis cosas oía apenas murmullos a mi alrededor, cuando de repente me caí de bruces contra el suelo. En ese momento vino una mujer a levantarme, el caso es que me sonaba su cara, pero en ese momento no recordaba su nombre. Y se produjo una conversación que debió de ser más o menos la siguiente:

           

-        Mujer: Te estaba llamando pero apenas me oías, cuando me di cuenta habías caído. ¿Estás bien?.

-        Yo: Si, si señora, estoy bien… Oiga, ¿nos conocemos de algo?.

-        M: Claro hombre, hace años que nos conocemos. Es que, ¿no te acuerdas?.

-        Y: Disculpe, la verdad es que ahora mismo no caigo, será el golpe (entre risas)

-        M: Eso, o que vas muy enfrascado en tus cosas…

-        Y: Si, si, la verdad es que tengo muchos proyectos que acometer con celeridad. Van a mejorar la vida de muchos!!

-        M: Qué bien, me alegro mucho de verte. Pero permíteme un consejo amigo mío: No permitas que los árboles no te dejen ver el bosque. Estoy segura de que tienes muchas y muy buenas ideas en la cabeza, pero tienes que ir atento a la realidad que te rodea para sacarles provecho.

-        Y: Si, muchas gracias. Hasta pronto!!

-        M: Toma mi teléfono, y si me necesitas, llámame…

 

Finalizó de ese modo la conversación, mientras yo pensaba quién demonios era esa señora que se permitía el lujo de darme consejos… ¡¡Me estaba distrayendo de mi objetivo!! Y yo ya lo tenía todo bien diseñado. ¿Quién era ella para que yo la llamará a consultarle nada? ¡Que se habría pensado! No quería faltarla al respeto, pero es que encima era tan mayor… ¡Qué sabría ella!

 

Llegué a la oficina, y empecé a cambiarlo todo, realicé un enfoque ambicioso, no quería partir de premisas preestablecidas que me condicionaran, mi diseño debería ejecutarse tal cual estaba pensado y soñado. Le dediqué muchísimo tiempo y esfuerzo. La verdad es que tengo que decir que entusiasmó a bastante gente, otros se quejaban, pero… ¿Qué se pensaban? Era por su bien. Bueno, quizás había algún sacrificio que tenían que hacer, pero eso no era nada comparado con los muchos beneficios que iban a obtener, ¡me frustraba tanto que no lo vieran!. No quiero extenderme, el caso es que las cosas se empezaron a torcer y mi estupendo plan quedó en agua de borrajas, si, había cambiado cosas, pero no había aunado las voluntades ni logrado los objetivos que yo me había planteado…

 


Fue entonces cuando, un poco apesadumbrado, decidí llamar a aquella mujer, seguramente ella no podría aportarme nada, pero en el fondo quería desahogarme. Llamé por teléfono y quedamos en el lugar que nos habíamos visto la vez anterior. Cuando llegué ella ya estaba allí:

 

-        Yo: ¡Qué pronto ha llegado! Me alegro de verla.

-        Mujer: La verdad es que yo siempre estoy por aquí. He visto ir y venir a tanta gente a lo largo de mi vida. Por eso te ví caer aquel día. Pero cuéntame, ¿cómo va tu proyecto?, ¿Seguiste mi consejo?. Seguro que te fue bien…

-        Y: La verdad es que he quedado con usted porque todo no ha ido como yo esperaba. Entonces reparé en lo que me dijo aquel día. Aquello de abrir los ojos… cuando me ofreció su ayuda…

-        M: Y, ¿lo seguiste?

-        Y: Sinceramente no, yo ya lo tenía todo diseñado. ¿Qué cree que ha podido fallar?

 

A continuación recibí una de las mayores lecciones que me ha dado la vida, la señora me dijo:

 

“Deberías de haber seguido mi consejo, te habría resultado de ayuda. Como te he dicho yo siempre estoy aquí, y ya tengo muchos años, he visto y venir a mucha gente, algunos con tanto empuje como tú y caerse al suelo. Y en todos casos sucede lo mismo: van ensimismados en su propio interior e ideas, sin darse cuenta siquiera de lo que les rodea, de por qué está allí aquella fuente o el árbol que hay en la esquina, de cómo está trazada la calle, de la realidad de la ciudad que pisan pero no escuchan. Todas estas cosas las ha traído el tiempo poco a poco… Nadie diseñó la ciudad a su antojo, y seguro que no tiene el mejor trazado posible, seguro que tiene muchas cosas mejorables, tan seguro… como que la realidad que ahora contemplas está fraguada a lo largo de los años, y por algunas razones, tan importante son detectar las equivocaciones como las razones que llevaron a los que nos precedieron a tomar algunas decisiones. Tú tenías buenas ideas, pero no te paraste a pensar cual era la mejor manera de plasmarlas dadas unas circunstancias. Es posible que tampoco te importara mucho, sencillamente querías cambiarlo todo. Creo que tendrías que haber puesto en valor algunas de las cosas que tenemos aquí, las podrías haber aprovechado para mejorar tus propias propuestas. A veces no hay que tener lo mejor que somos capaces de soñar, basta con realizar lo mejor que podamos hacer, lo mejor que podamos ser… Siguiendo siendo nosotros mismos

 

Creo que ya lo entiendo, para cuando recordé quien era la mujer ya era tarde, pero su consejo, aunque no me sirvió para evitar el desastre en aquella ocasión, supuso para mí una lección de futuro y me aportó muchas cosas buenas desde ese momento. Sabéis? Vosotros también la conocéis. Se llama “Experiencia” Pero prefiere que le llamen “TRADICIÓN”.

 

Y esta es la historia de cuando entendí que la tradición no está reñida con el progreso, como la juventud no tiene que estar reñida con la experiencia. Que juntas, que paso a paso, sumamos. Tal vez la tradición no sea en si un destino o una meta, pero sí que puede llevarnos a muy buenos sitios, que es bueno dejarte guiar, al menos escucharla, pues con frecuencia… Nos va a traicionar menos de lo que lo haríamos nosotros mismos. Que cuando dicen que todos los caminos conducen a Roma, es verdad, como también que hay recorridos y tránsitos que no conducen a ninguna parte. ¿Y si no fuéramos los mejores del mundo, pero tampoco los peores? No podremos ser de diseño, pero podemos construir la mejor de nuestras realidades posibles.

 

(Nota: Querido lector: Cualquier parecido con algunas de las gestiones y propuestas para la modificación del Recorrido Oficial de la Semana Santa de Málaga, o cualquier cuestión que atañe a nuestras Cofradías, es mera casualidad)

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